Friday, February 08, 2008

De Valera a Google

El pasado 4 de Febrero me publicaron en El Universal, uno de los dos periódicos de mayor tirada del país, un artículo acerca de mi experiencia en Google y acerca de las nuevas perspectivas que la tecnología y los cambios sociales derivados ofrecen.Debido a la edición quedó un poco raro, juzguen ustedes mismos:

De Valera a Google

Globalización implica reconocer el absurdo de estar atado a una cultura por el nacimiento

En agosto pasado se realizó SciFoo 2007, una inconferencia científica. El evento, llevado a cabo en la sede de Google y organizado por Nature, la revista científica de más impacto, y O'Reilly Media, una innovadora editorial, no tuvo agenda formal. Los temas, horas y localización de las presentaciones fueron decididos in situ. La asistencia estuvo determinada estrictamente por invitación. Entre los asistentes estaban premios Nobel, inversionistas de riesgo, escritores de ciencia ficción y muchos científicos. Para mi sorpresa, resulté invitado debido a mi participación en un proyecto de desarrollo de fármacos para enfermedades tropicales por medio de código abierto. Gracias al aporte de la ULA y el apoyo de la Sociedad Mundial del Futuro Venezuela pude asistir al evento y conocer a personalidades que con palabras, acciones e invenciones han cambiado no sólo mi forma de ver el mundo, sino también el mundo en sí.

El mundo en que vivimos es muy distinto del futuro que esperábamos. Por ningún lado aparecen el gobierno mundial, la energía atómica ubicua ni los carros voladores, mientras que la India, antaño denostada y ejemplo de texto de sociedad pobre, es hoy un gigante tecnológico emergente, millones de africanos poseen celulares y computadoras baratas son compradas por países en desarrollo para educar a sus nuevas generaciones.

Al contrario que antaño y gracias a Internet, las tendencias globalizantes no homogenizan, sino que aumentan la diversidad pues ponen a nuestro alcance productos culturales de orígenes diversos, con los cuales se crea una combinación personal, en lugar de elegir entre las pocas opciones locales o las propugnadas por los medios masivos. La globalización no significa fast food en cada esquina, sino reconocer el absurdo de estar atado a una cultura por el accidente de nuestro nacimiento y no por volición, la reivindicación a nuestro derecho a la mutación cultural y a conocer entes, personas y sistemas alejados de nuestras coordenadas físicas, pero cercanos mentalmente.

El que hoy en día un estudiante de clase media-baja de un país subdesarrollado pueda no sólo ser invitado a un evento internacional científico, sino también aportar y ser escuchado, es signo del cambio de los tiempos y de las nuevas oportunidades que ofrecen la tecnología y el cambio social. Esperemos que pronto estén al alcance de cualquiera que las merezca y que la economía y la geografía no determinen ya de antemano la pérdida de valioso potencial intelectual, que en lugar de resolver problemas creativamente se desperdicia buscando su supervivencia diaria o languidece atrapado en circunstancias que no puede cambiar.


Una metáfora astronómica.

A Jacquie, Marcelo, Germán, Mauro, Cóndor y Claudio.

Me ha acometido la poesía en medio del frenesí de código que es mi tesis.

Recordando aquellos maravillosos días del invierno austral de 2006, cuando estuve en Buenos Aires, recuerdos que hacen aflorar sonrisas, inflan los pulmones y hacen salir aire con sonido a suspiros, recuerdos que desencadenan cascadas de señalización que liberan endorfinas y hacen fluir los neurotransmisores entre las sinapsis. Recuerdos que espero honrar pronto, este mismo año.

La verdad, no es la gran cosa, pero para paliar la sequía crónica que sufre el blog basta y poesía como tal, no es. Es sólo una metáfora ligeramente poética y probablemente sin pizca de originalidad, pero allá va:

“A pesar de la distancia en el tiempo y en el espacio, aquellos días iluminan mi vida de modo continuo, aunque desigual, así como la radiación de fondo se extiende a través del universo, arropando todo con su cálido y sutil resplandor. Los días vividos se niegan a pasar al olvido y extienden su estela, haciendo la existencia más agradable con el testimonio de que la felicidad es posible y si bien efímera, su influencia duradera.”

Me he tomado un par de licencias, como la “calidez” de una radiación que sólo es cálida en el contexto del gélido vacío del espacio. Y puede que el café a las 2 de la mañana me esté afectando más de lo debido, lo sé. Pero juro por Bertrand Russell y Mohandas Gandhi que es sólo café.