Now everybody do the propaganda
And sing along in the age of paranoia
Welcome to a new kind of tension
All across the alien nation
Everything isn’t meant to be OK
Ahora todo el mundo haga la propaganda
Y cantemos juntos en la era de la paranoia
Bienvenido a un nuevo tipo de tensión
A través de toda la alien nación
No todo debería estar bien Green Day, American Idiot
Estando en Chicago pude asistir a Transvision 2007, la conferencia mundial transhumanista. Este año, a diferencia de los años anteriores, la organización de dicha conferencia no ha recaído sobre los hombros del capítulo local de la WTA, la Asociación Mundial Transhumanista, sino que una compañía de relaciones públicas ha organizado la conferencia de pies a cabeza con el fin de maximizar su proyección pública y su impacto a nivel social. Esta introducción es necesaria con el fin de explicar los sucesos que ocurrieron posteriormente. Este post no será una reseña de Transvision 2007. Dicha reseña puede o no ser escrita en un futuro más o menos cercano, dependiendo del tiempo disponible.
Otro inciso: En EEUU la palabra libertarian se usa para definir a los fervientes devotos de Santo Mercado como Solución y Panacea Absoluta a todo mal que nos acongoja. Si algo parece estar mal bajo Santo Mercado, el problema no es que el Mercado no funcione, el problema es que aún existen demasiadas regulaciones económicas. Lástima para sus tesis que Escandinavia exista y tenga mejores indicadores sanitarios y de pobreza que EEUU. En otra Crónica Imperial tocaremos el escandaloso tema de la salud y los devotos de San Mercado. Volviendo a la palabrita de marras, su significado viene estando en las antípodas del significado de la palabra “libertario” en español y vendría siendo más cercano (aunque no igual) a la acepción de “liberal” en España, mientras que “liberal” en inglés se refiere a un individuo con tendencias de izquierda y es considerado despectivo en algunos círculos (es increíble la capacidad que tienen ciertos sectores de satanizar todo lo que huela a izquierdas, como los términos “ambientalista” y “feminista”), siendo su uso similar a “progre” en España o “ñángara” en Venezuela, también se emplea sin tintes despectivos, pero el uso de dicha palabra es complejo y depende del entorno.
Saliendo ya de las tediosas pero necesarias introducciones voy al meollo del asunto. Siendo una conferencia Transhumanista (H+), los asistentes no eran precisamente el epítome de la normalidad ni estaban ubicados en el medio de una curva de campana. Respecto al aspecto físico, la gran mayoría no resaltaba especialmente (aunque los que lo hacían, vaya que resaltaban), sin embargo, bastaba escuchar un par de frases de las conversaciones para gravitar interesado hacia la misma o poner cara de desconcierto y seguir de largo. Sin embargo, uno de los asistentes en particular suscitó el interés de muchos de los presentes debido a su actitud extraña. Imagine el lector el cuadro de un grupo de individuos (algunos con el pelo de color verde) hablando sobre la paradoja de Fermi, agujeros negros, ingeniería genética, terraformación e inteligencia artificial, de repente coincidir unánimemente en que el asistente en particular era “muy raro”. Canijo, huraño, caminando de un lado a otro con una pose muy similar a la de Gollum, el individuo en cuestión aparentemente era seguidor de Santa Ayn Rand, patrona del “Objetivismo”, icono de los libertarians, furibunda anticomunista y autora de por lo menos una novela maniquea, desagradable e imbécil de CF cuyo título no puedo recordar ahora mismo. Sentado siempre en solitario, con una actitud entre borde y tímida en extremo, era de los primeros en tomar el micrófono en las sesiones de preguntas y respuestas para efectuar preguntas groseramente absurdas, tales como “¿Qué va a evitar que usted me mate a mí cuando se convierta en transhumano?” con una actitud desafiante y un brillo especial detrás de las gafas. Este joven, no mayor de 25 años, no habría suscitado otro comentario aquí en Venezuela que “pobre loco”, comentario que en efecto surgió entre las personas que estaban a mi alrededor. Gollum, sin embargo, tenía preparada una sorpresa para el orador de cierre, el renombrado Ray Kurzweil, futurista y autor del libro “La singularidad está cerca”, ya que al terminar su presentación Gollum tomó el micrófono y gritó “Ray Kurzweil, transhumaniza esto”, al tiempo que hacía un gesto obsceno universalmente conocido con el dedo medio, para luego salir corriendo del auditorio. Detrás suyo salieron las mujeres de relaciones públicas con expresiones ceñudas. Decidí ir tras de ellos y salí del auditorio. Fuera, encuentro a Gollum rodeado del personal de RP y guardias de seguridad, las mujeres, histéricas gritaban “Debería estar en la cárcel” al tiempo que hacían gestos frenéticos en dirección a Gollum. Los guardias de seguridad lucían anonadados, y mientras las mujeres de RP discutían lo sucedido con los guardias al borde un colapso, les digo que no pueden pretender meter a alguien en la cárcel por expresar su opinión. En el peor de los casos, sáquenlo de la sala y ya. La mujer me replica que sí, que Gollum debe estar encarcelado porque “no sabemos si tenía una bomba” y me decía que yo no sabía la seriedad de esto, pues “no eres americano”. “Recuerda Virginia Tech, recuerda Columbine”, gritaba sin cesar, antes de volver a solicitar que encarcelaran a Gollum y llamasen a la policía, sin dejar de decir “Bomba”, “Arma”, “Virginia”, “Terrorista” y “Columbine”. Finalmente le dije que no entendía cómo en el “país más libre del mundo” se encarcelara a la gente por sus opiniones y que ella se comportaba como un funcionario gubernamental de la Rusia estalinista. Suerte que las miradas no matan, de otro modo no estaría escribiendo estas líneas. Finalmente llegó la policía y dejó ir a Gollum, luego de amonestarlo. Si el pobre desequilibrado nos tenía manía a los H+, ahora nos debe odiar aún más. Lo que no piensan las organizadoras, seres de vacuidad proverbial y paranoia patológica es que si por ellas fueran le joderían la vida a alguien por meses y hasta años por pensar distinto, que una vida previamente desequilibrada y encima rota por la intolerancia es leña adicional para el fuego de esos “otros” que tanto temen. Que muchas veces por gente como ellas y sus actitudes sectarias y superficiales poco a poco se va corroyendo el tejido mental de individuos ya dañados y que en lugar de recibir ayuda y apoyo reciben este tipo de trato de gente que se supone normal.
En el aeropuerto de Minneapolis, antes de llegar se leían carteles que indicaban que estábamos en “Alerta Naranja”, y al entrar al aeropuerto propiamente dicho se veía en muchas partes la advertencia. Luego de una fila un poco más lenta de lo usual, me toca ser revisado junto con mi equipaje de mano. El guardia de la TSA me mira con una expresión sumamente desagradable al enterarse que soy venezolano. No todo era paranoia, otros guardias reían y hacían bromas justo al lado. Pero la tensión subyacente era sumamente notoria.
En el resto del viaje no tuve otras experiencias similares, si consideramos normal las revisiones ridículas, el quitarse los zapatos para entrar en el avión y la restricción a los líquidos, (que violé dos veces, sin querer, en ninguna fui atrapado). Sin embargo, las restricciones no se aplican a las latas de atún, al parecer.
En cualquier caso, en EEUU tienen una obsesión grave con la seguridad y pagan un precio mental muy alto por el derecho universal a portar armas. Y sin embargo, me pregunto hasta qué punto tal miedo a las armas es razonable en una sociedad como esa, si aquí en Venezuela tenemos tasas de homicidio muchísimo mayores y no tenemos tal paranoia, aunque vivamos detrás de muros y rejas. Después de todo son quienes están a favor de tal derecho quienes dicen “una sociedad armada es una sociedad cortés”, adagio que no se cumple en EEUU en todos los casos y en algunos otros parece funcionar a la inversa. Una sociedad armada se vuelve una sociedad descortés y asustada, pareciera ser la versión correcta del adagio.
Little Miss Sunshine Dance Scene
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Si han visto ustedes el final de la película Little Miss Sunshine tendrán entonces ustedes una versión aproximada de lo que sucedió aquella noche en Chicago, de cuando por pensar y actuar distinto se pretende callar y reprimir, aunque en este caso fuese menos tierno y divertido y mucho más atemorizante.