Cambiando lo que necesita ser cambiado. O al menos eso me dijeron que significa (Gracias, Ro).
Esta entrada en el Blog no es acerca de la ira, cosa rara. Es de explicaciones.
No actualicé el Blog en los últimos meses debido a un cierto número de experiencias que me han cambiado la vida. La cosa es que tiempo había, pero no mucho. Por lo que escribí varias entradas, entradas que nunca llegué a colgar pero que esperan en mi casa en Mérida, acechando el colarse a la red. Cosas de no tener una portátil (Pronto, pronto).
Lo que cambió mi vida puede llamarse un cambio temporal de aires. Un viaje al Primer Mundo, un recorrido por una provincia del Imperio. He madurado mucho gracias a la experiencia, conocido lo que no pensé en conocer en un futuro cercano. Todas las cosas por las que pasé para conseguir el viaje me han hecho un poco distinto. Algunas de ellas tan frustrantes que merecieron su entrada y serán colgadas próximamente. Entre ellas la ineficacia burocrática de algunas oficinas, lo cómodo de algunos funcionarios públicos y el borreguismo cerril de gran parte de la población venezolana.
Me he dado cuenta de que la llama quema menos, pero no se ha atenuado. Con toda seguridad sería capaz de escribir “
Aunque esté sereno, con el sueño de una vida cumplido, con más sueños floreciendo y con la vida cambiada para mejor, la llama sigue quemando. Incluso aunque el día sea gris y la mañana fría (Prefiero los días grises y fríos, ya el sol lo conozco demasiado bien), incluso aunque me vaya mejor de lo que nunca soñé, incluso aunque la felicidad sea duradera, incluso entonces la llama sigue quemando. Por más endorfinas que lleve en la sangre no puedo cerrar los ojos ante el torrente de mierda que hay que tragar cada día, ante lo mala que está la situación y ante toda la miseria y el sufrimiento que me rodea. No puedo abstraerme ante la grosería, la mala educación, la ignorancia y la prepotencia de este cálido y amable pueblo de Venezuela. No puedo dejar de autoinflingirme puñaladas y de infligírselas a los demás. Y aún así soy feliz. Con el motivo de mi ira tres pisos más abajo, la milenaria institución llamada Iglesia Católica, jodiéndole la vida a todo mundo, para variar. Dicen que lo material no da la felicidad. Pero yo, escuchando Depeche Mode y Green Day en mi reproductor de MP3 a todo volumen, eliminando el ruido de una maldita misa a las cinco de la mañana y de fiesta desde las doce, me considero bastante feliz. O al menos inmune al ruido. El cabreo es eterno.
El asunto es que hay cosas que deben cambiar y otras que no. Espero estar empezando a cambiar en la dirección que deseo, dejando bastante igual lo que no es necesario ni deseable cambiar. Mi sentido de la indignación espero se quede cómo está, pase lo que pase. Sin duda soy joven aún y muy defectuoso. Espero irme corrigiendo en el camino a la madurez. Pero hay cosas que no deben cambiar (mucho). Por ello, Mutatis Mutandis.
1 comment:
Que gusto que respiraras otros aires, que bien que aprendas a disfrutar de felicidades relativas a pesar de que en todos los mundos es posible un iracundo blog, de que siempre habrá ruido en el entorno.
Ahora, necesariamente, he de reclamar por el "muy defectuoso" que te endilgas, mutatis mutandis, cariño. Empieza por ahí.
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