Saturday, March 04, 2006

Juanito Alimaña

La calle es una selva de cemento
Y de fieras salvajes, como no
Ya no hay quien salga loco de contento
Donde quiera te espera lo peor

Juanito Alimaña, sí tiene maña
Es malicia viva
Y siempre se alinea
Con el que esta arriba
(...)
Si lo meten preso
Sale al otro día
Porque un primo suyo
‘Ta en la Policía
(...)
En su mundo
de fumada y caña
Atracando vive
Juanito Alimaña


Willie Colón, Juanito Alimaña

Otra vez me han tratado de robar.
Y ya me estoy cansando. No puede ser que a las nueve de la noche ya no haya transporte público y sea uno presa fácil de cualquier hijo de puta (Con el perdón de las profesionales más antiguas del mundo). Esta vez fueron dos que iban en bicicleta. Los muy idiotas han comenzado a hacer señas desde el otro lado de la calle y luego dieron vueltas. Siguieron bajando. A los cinco minutos venían de subida con cara de pocos amigos. No quedó otra alternativa que empezar a correr, a la par que ellos comenzaban a pedalear más rápido. Por suerte, justo cuando estaban a unos 30 metros, pasó uno de los últimos buses, luego de más de media hora de espera (Y yo que pensaba que era en Miami donde el transporte público era malo). Me monté y adiós. La cara de frustración de los cerdos fue inolvidable.

Esto ha sido en Valera, donde me crié y donde vive mi familia. Hace 6 años, cuando me fui, esto no era así. Se podía conseguir transporte hasta las 10:30 y caminar de noche de manera bastante segura. Paulatinamente para ellos, abruptamente para mi, que vivo fuera, la inseguridad fue aumentando, el transporte haciéndose más escaso luego de las 8, la cantidad de robos y asesinatos aumentando. En Mérida comienza a repetirse el proceso. Las unidades de transporte ya no hacen ciertas rutas después de las 8 y la violencia aumenta. Cada vez hay menos sitios donde esconderse. El cáncer hace metástasis y se esparce, devorando todo. Y nosotros, los ciudadanos de a pie, jodidos, como siempre. A los políticos, con sus escoltas pagadas de nuestro bolsillo, y sus casas en sitios esplendorosos y más seguros que Noruega, poco les afecta y poco les importa. Total, con la falta de alternativas que hay, ganarán así vote solamente el 10% de la población. Y ellos con decir que se consagrarán al Pueblo (Sí, casi se puede escuchar la mayúscula cuando nombran la palabra mágica) y resolverán el problema de la inseguridad, ya tienen suficiente pantomima para asegurarse mínimo un 10% de borregos que parece que se alimentaran de retórica y no de comida. Al menos yo no me siento con el estómago lleno cuando un político del gobierno insulta a Bush y otro de la oposición insulta a Fidel.

¿Soluciones?.
Se me ocurren una cuantas. Ninguna que valga la pena nombrar acá. Probablemente todas lugares comunes. Y todas necesitan un gobierno eficiente y unas fuerzas de seguridad honestas. Pero eso es más ciencia ficción que la Singularidad. Si los muy cabrones de los policías ni siquiera hacen nada contra los borrachos de mierda que noche a noche joden la vida con su música a todo volumen y les da por ubicarse en todo el frente del edificio de mi madre (Y están afuera y hoy no tienen ninguna misa de excusa). A menos de un kilómetro, hay un módulo policial, y son las cuatro de la mañana y los malditos siguen, como han seguido desde las 5 de la tarde. Cualquiera diría que tienen qué cumplir horario. Y no se sabe donde están los policías. Eso sí, basta que venga un político importante y salen como 500 a la calle a hacerle escolta.

Un subconjunto posible de soluciones (Blufff, debo separar la matemática de la literatura) implica mi participación activa como individuo. Como desafortunadamente no soy Gandhi, en honor a la autodefensa o voy a tener que aprender artes marciales o voy a tener qué conseguirme un arma. Ninguna de las soluciones es práctica. Otra pasa por dejar que todo se vaya al carajo y emigrar. La más factible de todas. Yo quisiera emigrar por conocer mundo, pero voy a terminar emigrando por huir de lo conozco y detesto. Ya no me siento seguro luego del robo, ahora mucho menos con este intento nuevo y las cosillas que me compré en EEUU y en Caracas. Un par de zapatos, un reloj, un bulto nuevo, un gorro. Y todo ello podría costarme la vida o la salud. Y me cuesta la seguridad. Me cuesta el sentirme incómodo cuando salgo a la calle. Y son estupideces, cosas que no valen mucho, pero que trabajé duro para conseguir. Que llevo toda mi vida esperando en cierto modo, frutos del sudor de mi frente. Y siendo sinceros, espero seguir mejorando mi status. Y me frustra pensar que mientras más avance, sin joder a nadie, más vulnerable soy y más odiado seré por cierta gente, que cree que si uno tiene es porque le quita a ellos. Que yo quisiera ser estoico, pero no puedo. La única manera en que me pudiese comportar como Diógenes el cínico sería si fuese capaz de hacer la fotosíntesis y tuvieses mis libros almacenados en un implante con interfase interactiva que me posibilitara escribir sin teclado, guardar los archivos y conectarme a Internet, el implante también a energía solar, por supuesto. Loado sea Diógenes que no necesitaba tantas cosas. Nosotros, los hijos de la Era Electrónica, somos un dechado de necesidades insatisfechas. La otra cara de la moneda es que la necesidad es la madre de la inventiva y si todos alcanzáramos el Nirvana de golpe nadie innovaría, pues no sentiríamos deseo de ninguna clase. Estoicismo el justo para no echarse a morir por cualquier cosa, pero no tanto como para que resulte paralizante.

No tiene mucho sentido el preocuparse por lo que no se puede cambiar, así que con la cabeza en alto y a tragarse el miedo. A trabajar lo más duro posible y a irse lo más pronto posible. Es una pena que todo tenga que terminar así, pero no hay de otra, al menos hasta que Juanito Alimaña sea un personaje mitológico, como los saqueadores escandinavos de las Sagas. Si los nórdicos pudieron, nosotros también. Lo único malo de este plan es que nuestras vidas no se extienden en tiempo geológico.

No comments: