Un astrónomo aficionado descubre cráteres de impactos meteóricos desconocidos en el norte de África... sin salir de casa, usando el Google Earth.
Un grupo de fineses aficionados a la Ciencia Ficción hace una parodia de Star Trek cuyos efectos especiales no tienen nada que envidiar a los parodiados.
Un grupo internacional de criptógrafos descifra, más de 60 años después, ciertos códigos de Enigma, la máquina criptográfica de las fuerzas del Eje, usando como herramienta la computación distribuida a través de Internet.
Se organiza en el MIT una competencia de Biología Sintética, una especie de lego molecular donde equipos de estudiantes de Europa y EEU construyen organismos a la medida para los fines más diversos: desde bacterias que funcionan como película fotográfica hasta bacterias que sirven como superficie de escritura deleble, pasando por otras que forman "cables" conductores de señales químicas.
El creador de una nueva técnica de construcción de nanomateriales mediante el uso de ADN afirma que su técnica es tan simple que podría ser usada por jóvenes para sus fines.
Organizaciones estimulan el desarrollo de la red Wi-Fi en los Andes peruanos a fin de transmitir podcasts con consejos agrícolas en las lenguas tradicionales.
La revista Nature publica un estudio donde afirma que la Wikipedia, la Enciclopedia Libre, es tan precisa como la venerable Enciclopedia Británica en lo que respecta a términos científicos.
A primera vista los hechos enumerados anteriormente no tienen mucho en común, salvo el uso de las nuevas tecnologías. Sin embargo, analizados desde más de cerca se hace evidente un patrón: Organizaciones no dependientes del gobierno ni de grandes corporaciones, pequeños grupos con intereses comunes e inclusive individuos aislados están usando los avances tecnológicos de nuevo cuño de manera inesperada por sus creadores, con resultados asombrosos y de gran relevancia a distintos niveles. Desde el mero entretenimiento hasta la creación de nuevas ramas de la industria y procesos con un gran potencial comercial y aplicaciones de gran importancia en el día a día, los individuos y los grupos pequeños han comenzado a hacerse presentes en terrenos anteriormente reservados a los ricos, los poderosos y los protegidos de la industria y el estado, quienes eran los únicos con recursos suficientes para emprender investigaciones y proyectos de gran calibre. Sus armas son teclados, ADN recombinante, redes y mucho ingenio, sus creaciones y sus ideas se esparcen por todo el mundo y sus fines son tan diversos como la vida misma. La doctrina de la Tecnoliberación, acuñada por el escritor australiano Greg Egan como un movimiento político ficticio en su obra El Instante Aleph, a diferencia de mucho del discurso tradicional de los movimientos antisistema, propugna el uso de la tecnología como herramienta de emancipación y de lucha contra los poderes establecidos, no como un instrumento de dominación: El nombre del término va en dos direcciones, pues apunta no sólo a liberar usando la tecnología, sino también a liberar la tecnología en si de las manos de los pocos que actualmente tienen acceso a la misma de modo creativo y no sólo a sus productos manufacturados.
En el campo de la informática esto no es ninguna novedad. El movimiento del software libre ha estado con nosotros durante bastante tiempo, el meme del hacker adolescente también. Sus repercusiones sociales son ya evidentes, desde la actualización periódica de los antivirus hasta el impacto de los nuevos tipos de licencias creados para la administración de la propiedad intelectual, distintas al tradicional Copyright. Por otra parte, las acciones represivas, exageradas y violatorias de derechos elementales por parte de instituciones dedicadas a la supuesta protección de los derechos de autor (Muchas veces en realidad se dedican al lucro de los famosos de turno), como el caso de la SGAE en España1, han conseguido difundir de manera extraordinaria dichos tipos de licencia, amén de los planteamientos en que están basadas. Así pues el movimiento del software libre ha adquirido relevancia más allá del ámbito de la informática, llegando incluso a influir en la política interior de ciertos países2.
El que el enfoque que plantea el movimiento del software libre se haya originado en la informática no es una casualidad. La informática es una tarea esencialmente mental y en los países desarrollados las computadoras son ubicuas desde hace rato. No se requieren grandes recursos para desarrollar avances en desarrollo de software, en comparación a lo requerido en otras áreas. Hasta ahora.
En la biología el compartir tampoco es nuevo. Norman Borlaug desarrolló variedades de trigo y de maíz con un rendimiento extraordinario, variedades que son hoy en día la base de gran parte de la agricultura mundial y que hicieron posible el incremento poblacional creado por la Revolución Verde, y las puso a disposición de las naciones más pobres del mundo. Campañas masivas de vacunaciones han puesto fin a la viruela y están en vías de extinguir la poliomielitis. Las tendencias mercantilistas observadas en los últimos años de patentar genes y organismos son relativamente nuevas, si bien se han convertido en mayoritarias, sin embargo, ha surgido aún más recientemente una corriente de “Biología de Código Abierto”, basada en licencias intelectuales análogas a las empleadas en el desarrollo del software, estas iniciativas ya han dado frutos en forma de nuevos métodos de transformación genética de plantas y en forma de la creación de una base de datos de “biopartes” de libre acceso formada por genes estructurales y reguladores y que permite, al combinarlos, la creación de bacterias específicamente diseñadas y con características asombrosas que van más allá de la ingeniería genética más tradicional. Existen institutos como el BIOS (Iniciativa Biológica para la Sociedad Abierta) y el NOSI (Red para Iniciativas Científicas Abiertas) cuyo único fin es el desarrollar técnicas de ingeniería genética nuevas, libres de patentes y adaptadas a investigadores con pocos recursos, de tal modo que sean usadas en países en desarrollo para crear variedades acordes a la economía y condiciones locales, en lugar de usar la biotecnología enlatada y costosa que proviene de las grandes corporaciones y muchas veces no provee una solución adecuada a problemas de índole local.
En el campo de las bebidas, ya el clásico juego de palabras usado por los defensores del Software Libre ha perdido actualidad: It’s free like in free speech, not like in free beer, expresión que aprovecha el hecho de que en inglés ‘libre’ y ‘gratis’ se escriben del mismo modo. Un grupo de estudiantes daneses ha creado la primera “cerveza libre” del mundo, cuya receta está disponible en Internet para aquellos dispuestos a emularla. El proyecto OpenCola ha desarrollado una cola de código abierto, similar a otras bebidas, la receta de esta cola puede ser usada incluso con fines comerciales siempre y cuando se cite su fuente. Es evidente que la filosofía del código abierto comienza a abrirse paso en el mundo físico y a adquirir relevancia social más allá del ámbito de la computación. Existen proyectos de investigación biomédica de código abierto, que esperan crear a mediano plazo nuevas drogas contra las llamadas enfermedades olvidadas, enfermedades actualmente intratables de modo satisfactorio debido a que no se invierte casi nada en ellas por afectar mayoritariamente a países pobres; Estas drogas, creadas mediante la colaboración de laboratorios de todo el mundo, estarían libres de patentes y por lo tanto disponibles a costos que permitieran su adquisición por parte de los más desposeídos. La idea no es descabellada, ya existen artículos académicos que la promueven, y nuevos métodos en biología y química computacional aunados al crecimiento de la información genómica y proteómica de los organismos, permitirán un desarrollo de drogas in silico, es decir, asistido informáticamente. Estos proyectos no son una posibilidad futura. Ya existen y se desarrollan fármacos mediante el modelo PPP (Sociedad Pública-Privada) mediante colaboraciones entre las grandes farmacéuticas, laboratorios de investigación y ONGs dedicados a enfermedades tropicales, sin embargo existen quienes quiere llevar este modelo más allá y hacer partícipe no sólo a individuos específicos y predeterminados, sino a todo aquel con las ganas y el conocimiento necesarios para la tarea. La compañía suiza Novartis, una gigante farmacéutica no precisamente amante de la filosofía open source, ha decidido liberar datos de expresión genética de pacientes de Diabetes Tipo II, ya que la cantidad y complejidad de datos disponibles supera con mucho la capacidad de análisis de la que dispone la compañía y por lo tanto el liberarlos aumentará las posibilidades de sacar provecho de los mismos.
Es evidente que esta tendencia ha comenzado a incursionar con cierto éxito en el mundo físico, los casos anteriormente nombrados no son aislados, sino que constituyen la punta del iceberg de esta fenómeno. Ciertamente muchos de los esfuerzos realizados no poseen un futuro brillante, no todos serán capaces de entregar frutos tangibles. Sin embargo el solo hecho de su existencia ya constituye una experiencia de la cual es posible aprender. Eventualmente encontraremos qué funciona y qué no en este tipo de iniciativas, como en todo campo emergente, es necesario un proceso de aprendizaje por ensayo y error.
Puede preguntarse el lector si todo esto no es más que una gran cortina de humo destinada a satisfacer la conciencia de una élite intelectual, una actitud grotescamente masturbatoria que en nada beneficia a quienes más lo necesitan, pero que mantiene entretenidos a unos cuantos privilegiados a la vez que satisface sus egos. Nada más lejos de la verdad. El continuo descenso de precio en ciertas tecnologías ha conducido a su democratización, a su uso masivo, como evidencia el hecho de que hoy ya la mitad de la humanidad usa teléfono celular, apenas a 26 años del lanzamiento de dicha tecnología, dentro de poco termocicladores baratos (máquinas de amplificación de ADN) permitirán el uso extensivo de diagnósticos moleculares a precios irrisorios, asequibles incluso a los estratos más pobres de la población mundial y la iniciativa “Una Laptop Por Niño” promete la posibilidad de computadoras portátiles para uso educativo a un precio inferior a los 200 USD y que descenderá a medida que se abarate la tecnología.
Por otra parte, la innovación no siempre proviene de un sector con entrenamiento tecnocientífico, en ocasiones puede provenir de las comunidades que enfrentan un problema soluble con herramientas de alta tecnología. Así, los campesinos de Gujarat, en India, que usando una variedad transgénica de algodón resistente a plagas, creada por la compañía Monsanto, bestia negra del ecologismo, han desarrollado mejores variedades de algodón, cruzando las variedades de algodón tradicionales, adaptadas a las condiciones locales, pero sensibles a las plagas, con la variedad transgénica de Monsanto, resistente a las plagas pero inadecuada para las condiciones de Gujarat. Los campesinos gujaratíes quebrantaron tanto la propiedad intelectual de Monsanto como la prohibición del gobierno hindú del cultivo de organismos transgénicos, siguiendo los consejos alarmistas de activistas excelentemente nutridos del primer mundo y sus seguidores locales. Así, estos campesinos desafiaron tanto al Estado como a la Empresa Privada y tuvieron éxito al hacerlo. Las nuevas variedades por ellos desarrolladas tienen un rendimiento mayor tanto al de las variedades tradicionales como al de la variedad BT de Monsanto, se venden a precios mucho menores que la variedad BT y aunque en el papel una gran parte de los campesinos sea culpables de violación de propiedad intelectual y de las leyes en contra de los transgénicos, los rendimientos son tan espectaculares y tanto el número de “infractores” que tanto el gobierno indio como Monsanto han desistido de perseguirlos judicialmente. A pesar de los escenarios de pesadilla pintados por ciertos ambientalistas nada extraño o catastrófico ha sucedido hasta ahora y los gujaratíes son más prósperos, debido a su uso creativo de la tecnología, aplicando su ingenio innato. No es necesario ser un científico para usar herramientas tecnológicas de modo creativo, productivo y benéfico.
Un nuevo mundo nace y crece ahora mismo. Un mundo en el que la visión tecnológica ya no es patrimonio de una minoría, un mundo donde grupos se conectan sin barreras geográficas para resolver problemas comunes y donde resolver estos problemas es progresivamente más barato, un mundo donde cada vez más gente tiene las herramientas para encarar los inconvenientes que encuentra y donde gran cantidad de experticia está disponible en línea. Alguna vez se pensó que el leer y escribir eran actividades para las cuales sólo una minoría estaba dotada, individuos selectos de gran inteligencia. Hoy sabemos que esto no es así y tal noción nos parece ridícula y denigrante. El día de mañana veremos que lo mismo pasará con el emprendimiento tecnológico, después de todo el éxito de nuestra especie se basa en nuestra inventiva y si bien no todos somos genios, la colaboración de muchos puede producir resultados asombrosos. La tecnología no es enemiga del cambio social ni es inherentemente dominadora, al contrario, sólo empleando estas herramientas podremos lograr un mundo más justo para todos, donde el derroche del recurso más precioso que posee la humanidad, el ingenio, ya no sea la norma, donde miles de millones no padezcan las consecuencias del uso miope y egoísta de la tecnología, un mundo donde la tiranía no tenga cabida y la educación crítica haga imposible el ascenso de populistas encantadores de serpientes.
¿Una utopía irrazonable? Sí, sin duda alguna. Pero recordemos que los no razonables son quienes no se ajustan al sistema e intentan cambiarlo (de manera racional, en este caso). Enarbolemos pues los teclados, las polimerasas y los celulares junto al arado, la probeta y la pluma, conectémonos en redes para lograr un mundo más justo.
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2 comments:
Excelente post!!!
No sabia que existían tantas iniciativas "open" en el área de la biología.
La conclusión seria que no en valde el refrán "el conocimiento es poder" es muy cierto.. y poderoso...
Lo difícil es vencer esa gran maquinaria llamada Megacorporacion/Trasnacional que al darse cuenta de esta situación trata, de manera desesperada, de meter sus manos en la red de redes para neutralizarla...
Bueno hay antecedentes. Michael Ventris era un niño de 13 años con atracción por la arqueología, cuando fue a una charla de Arthur Evans donde mostraba las tablillas con los 3 tipos de inscripciones halladas hasta ahora en Creta.Gracias a esa curiosidad,entre 1952-53 logro descifrar la hasta ahora unica inscripcion que se ha podido interpretar. Sin duda los aficionados son de gran ayuda para el avance de cualquier ciencia, incluso aun sin contar con mas herramienta que su cerebro.
Felicitaciones por el record ; )
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