Hace pocos días el Sumo Pontífice de la ICAR, Benedicto XVI, anteriormente conocido como Joseph Ratzinger, dijo unas palabras zalameras donde al mismo tiempo que criticaba la homosexualidad, argumentaba que se preocupaba por la "naturaleza del ser humano como hombre y mujer", que "al igual que las selvas tropicales merecen nuestra protección, el hombre, como criatura, no merece menos que eso" .
Dejando de lado el espinoso tema de las criaturas divinas que no muestran evidencias de órganos sexuales de un sexo sino de ambos (¿Por qué las ha creado Dios así?), o los múltiples ejemplos de casos en que existen órganos sexuales femeninos externos, pero no órganos reproductivos en un individuo con cromosomas masculinos, no es claro que la "naturaleza humana" tenga dos sexos definidos sin espacio intermedio. No es nada claro que no exista un continuo intermedio de variación de género, independiente de la identidad sexual. Por otra parte, incluso si existiesen dos géneros perfectamente definidos, ¿Qué parte de nuestra naturaleza es irrevocable? ¿Es natural que la mujer cocine, planche y no vote ni tenga cuenta de ahorros? ¿Es natural ceder el asiento a las damiselas en los autobuses? ¿Es natural que un hombre se sienta atraído por otro?. Recordemos, por cierto, que la naturaleza es un pésimo referente de moralidad.
Se preocupa Benedicto por el bienestar de la raza y dice que debe ser protegido. Muy bien, ¿por dónde empezar?. Iluso yo, diría que por una condena de guerras, genocidios y actos atroces como los que pasan en Zimbabwe. Pero parece que para inaugurar la ecología humana, la protección del hombre como criatura, el Papa escoge condenar la homosexualidad. Ignoro qué daño hacen dos hombres tomados de la mano o dos mujeres abrazadas, menos daño que un cura pedófilo, en cualquier caso, y menos daño que el personaje que titula esta entrada, el Arzobispo Francisco Chimoio, de Mozambique, quien el año pasado dijo a la prensa que los fármacos antiretrovirales y los preservativos están envenenados y propagan la enfermedad. No se limitó al discurso pro abstinencia tradicional de las diversas denominaciones cristianas, haciendo énfasis en evitar el contagio, sino que se cebó con quienes ya son víctimas de esta atroz amenaza natural llamada VIH. El arzobispo violó uno de los mandamientos fundamentales de su fe ante la prensa mundial, una mentira que si es escuchada tendría mortales efectos, convirtiendo a Chimoio en un genocida, uno que apunta específicamente a matar a quienes no son católicos o quienes están infectados con VIH. Si el Papa de verdad estuviese interesado en defender al ser humano, la excomunión de Chimoio hubiese sido inmediata, casi automática, sin embargo, a un año de sus declaraciones Chimoio sigue esparciendo su veneno desde su encumbrada posición.
Pudiese uno pensar que el Vaticano simplemente actúa con lentitud glacial para procesar este caso, pero la extremada rapidez que tuvo el vaticano en un caso donde Monseñor Tommaso Stenico fue suspendido por afirmar en una entrevista confidencial que era homosexual. Posteriormente Stenico afirmó que mintió (de nuevo violentando los mandamientos) para capturar a los homosexuales de verdad dentro de la Iglesia. Entonces, tenemos el caso donde un hombre afirma ser homosexual y es procesado de inmediato, mientras otro con una mentira que potencialmente puede matar a miles, permanece incólume. Se pregunta uno cual es el lugar del Arzobispo Chimoio en la ecología humana que el ex nazi Joseph Ratzinger concibe.
Les pido a mis lectores católicos que examinen los hechos desapasionadamente y juzguen con su conciencia si los actos del Vaticano se corresponde con actos de una institución guiada por el amor y la compasión, si es justo permitir que en el nombre de la fe de usted, lector, se digan mentiras que matan y se le quite la oportunidad de vivir una vida plena (y de redención, por cierto, un valor muy católico) a millones de personas. Les corresponde a los católicos elevar sus voces contra este demagogo de Mozambique. Si no lo hacen, señores, no se quejen cuando se les acuse de cómplices de esa mentira.
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5 comments:
No es necesario explayarse demasiado acerca de la (supuesta) infalibilidad de los Papas. Ratzinger es un intelectual de fuste, que a veces hace grandes esfuerzos para dejar de lado los dogmatismos, sin caer tampoco en el relativismo. Si comparamos dicho afán, cuando menos más conciliador, no ya con la Iglesia de Torquemada, sino con la de hace un siglo atrás, podemos concluir que se ha producido un avance cualitativo. Personajes como el arzobispo que mencionas, por el contrario, pertenecen a la tradición más primaria y censurable del catolicismo, que lamentablemente aún tiene peso propio dentro de los muros del Vaticano.
El avance se ha producido pese a la Iglesia, no gracias a su vocaci'on de cambio, que excepto por el Concilio Vaticano II, no parece muy dada al cambio.
Si el cambio se ha producido, también, es por falta de poder terrenal. No me cabe ninguna duda de que las acciones de estos personajes serían nefastas si tuviesesn poder ejecutivo.
Así como alzo mi voz cuando creo que se ataca sin razón a la Iglesia Católica; también la debo alzar cuando estoy en contra de algo que hace. En el caso de la homosexualidad, la equidad de género y los anticonceptivos, son temas en los que tengo una percepción totalmente contraria al vaticano; así que en este caso si me sumo a tu crítica Guido, que es bien merecida, es tiempo ya de que así como en otros temas, el vaticano cambie esas posturas, para el bien de todos.
Con el primer párrafo de tu réplica no coincido, Guido. El Concilio Vaticano II constituyó un mojón de inmenso valor , que será valorado en su real dimensión a medida que transcurra el tiempo. Todavía me veo falto de las herramientas necesarias para juzgar el pontificado de Ratzinger -rescato su lucha contra el relativismo moral, pero desapruebo el mantenimiento incólume de posiciones arcaicas sobre ciertos temas que yo tenía la esperanza de que iban a ser modificadas-. Pero si me retrotraigo al pontificado de su predecesor, no creo de ninguna manera que sea "pese a la Iglesia", que se haya fomentado el ecumenismo (la Encíclica Ut unum sint es un testimonio de gran envergadura al respecto), que se haya realizado un mea culpa con respecto al colaboracionismo de jerarcas de la ICAR con el nazismo, así como también en lo referente a los horrores cometidos por la Inquisición (Galileo Galilei, etc). Hace pocos días, casualmente, se cumplieron 30 años de la mediación papal, a cargo del cardenal Antonio Samoré, evitando lo que hubiese sido una absurda guerra entre dos países hermanos como Argentina y Chile, a causa del conflicto del Beagle. Y así se podrían seguir enumerando otros ítems que de ningún modo pueden ser salteados a la hora de realizar balances.
Por lo demás, suscribo a las palabras de Al.
Álvaro:
Gracias. Precisamente buscando los puntos de contacto es que podemos avanzar hacia un mejor entendimiento y concordia. Me gustaría a mi poder dejar de preocuparme por los puntos de vista de una Iglesia escuchada por cientos de millones de personas para concentrarnos en lo que de veras importa.
Claudio: Precisamentedije, que excepto por CV II, la Iglesia no cambia sino cuando se le presiona. Y fíjate que lo primero que ha hecho este papa es dar marcha atrás en muchos temas del CV II. Lamentablemente JP II fue la excepción y no la norma, y así a mi personalmente no me guste, comparado con mucho de la Jerarquía de Iglesia, es un verdadero santo...
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